viernes

Las hermanas Grimes


Fue Richard Ford quien me llevó hasta Richard Yates. Y fue la Biblioteca Pública la que puso en mis manos dos novelas editadas por Alfaguara: La hermanas Grimes y Vía Revolucionaria.

La primera no pude soltarla de las manos. La segunda me costó mucho leerla; incluso ojeé unas decenas de páginas, para evitar tenerlas que leer y poder saltármelas. Claro que es buena. Soy incapaz de llegar a ese nivel. Pero le da muchas vueltas a una partida que al final no lo es; dedica tanto tiempo a tomar la decisión, que me aburrió.

¿Qué hace grande una novela? Sus personajes. No tengo dudas; ni en el caso de que estuviera equivocado rectificaría. Soy testarudo. 

Los personajes femeninos de la obra son majestuosamente trágicos: mamá, que lleva de ciudad en ciudad a sus hijas, en un trabajo ímprobo por llegar a situarlas en este mundo. Que logren algo más que ella, divorciada de… no recuerdo de quien; el padre es un secundario, salvo para Emily. El gran personaje. Una mujer que llega a triunfar en su trabajo, que sale con hombres, que es abierta en sus relaciones y cerrada en su sufrimiento. ¡Abierta en sus relaciones! ¿Qué chorrada es esa, simpatía? La obra es de 1976, traducida por Rolando Costa Picazo y publicada en 2009, con este título. No obstante, el original es Easter Parade (Easter es como llaman por allí a la Semana Santa, ¿no?) y en español con el título de Desfile de Pascua, en 1977. Líos de propiedad y ediciones.

Sí, me he ido y no he respondido. No pienso hacerlo. Admiro el trato que Yates le dio a las tres mujeres en su novela considerando los años de los que estamos hablando. USA no es LA o NY, exclusivamente. Es un continente repleto de “membrillos blancos.”

Dividida en tres partes y once capítulos, es una novela que puede servirle a una escritora o escritor para estudiar por su cuenta y riesgo cómo se estructura una novela. Son 227 páginas, unas 75.000 palabras. Los capítulos son cortos y curiosamente cada uno de los siguientes es mayor que el anterior, al menos en la primera parte. 

Cosas de escribir; tardamos en hacerlo y las historias, si son emocionantes para el autor, le llevan a extenderse más y más.
Por eso necesitamos un corrector, una mano dura y firme con los recortes.

Cambiando de marcha: “Ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz, y al echar una mirada retrospectiva siempre da la impresión de que los problemas comenzaron con el divorcio de sus padres”.

Si no te engancha este inicio, entonces es que tienes 7 años y necesitas volver, urgentemente, a Julio Verne. O desprecintarlo.
Cada capítulo tiene un inicio dulce.

“Fue Sara quien le dio a Emily la primera información sobre cuestiones sexuales.” (I, Cap.2)

“Se casaron en el otoño de 1941, en una pequeña iglesia episcopal que había elegido Pookie. A Emily le gustó la ceremonia, aunque el vestido que debía usar como madrina de boda parecía diseñado para llamar la atención sobre sus senos pequeños.” (I, Cap. 3)

Si tomamos los inicios de capítulos en las partes II y III, los transcribimos y pensamos sobre ello, veremos que tienen una estructura lineal, desde la advertencia primera: No serán felices, ya os lo digo, hasta la muerte de alguien, pasando por la boda, por algún cambio de ciudad, por la asistencia al hospital y por la visita al cementerio. 

Es de una sencillez que abruma, porque debajo se nota un trabajo exquisito de su editor.

La obra nos cuenta la vida de las tres mujeres, iniciándose durante la feroz crisis americana de los años 30,  en el momento del divorcio, cuando las dos niñas cuentan con nueve y cinco años respectivamente.

En apenas cuatro páginas pasa del despertar de una de las dos hermanas en una casa que no sabe de quién es, acostada junto a un hombre y con una resaca terrible, a que ella se arregle, fiche en el trabajo, reciba la llamada de su hermana, “Mamá se ha caído”, tome el tren, llegue a un lugar que ha cambiado mucho desde que se marchó y “La vieja mujer desnuda estaba costada boca arriba, […/…] y lo de las botellas de whisky era verdad. “Chicas, siento terriblemente lo que pasa –parecía decirles-. ¿No puedo hacer nada?

Si eres de las personas que escriben, encontrarás cierto atractivo en el hecho de que una de las parejas de Emily es un escritor que no consigue finalizar su novela. Le habían augurado un futuro prometedor como escritor, pero su magia fue desapareciendo.

Cada personaje de esta novela se desvanece con tanta belleza, que sospecho volveré a leerla en el futuro.

Ahora tengo que devolverla, para que la disfruten otras personas.




2 comentarios:

Pal dijo...

Feliz reseña: tengo pendiente a Yates. De acuerdo con lo del personaje y con todo.
Felices fiestas, Simpatía!

SIMPATIA LABORAL dijo...

Gracias, escritor. En literatura cada vez me gustan más los norteamericanos. Será por los años que llevo dedicados a los europeos. Lo anglosajón tiene, en mi opinión, notorias diferencias frente a lo europeo. Es como si aquí tuviéramos que parecer super eruditos, dominar todas las teclas del lenguaje y nadar bien en la profundidad. Ellos tiran más del diálogo y nosotros de la coma. Me gustan los diálogos.
Un abrazo, Javier.